El video. Un ángel recorre la estancia. Suave, discreto, para no manchar sus alas de sangre y pólvora. Después se eleva por encima de ambos, del vivo y del muerto. Mira. Y huye.
El video. Ya no está el ángel. Sólo quedan ellos, el vivo y el muerto. Y a los que no tenemos alas para huir, sólo nos queda elegir a uno.