Mañana nos sentaremos en un trono de cartón, guardado por tres perros y un bastón de olivo, esperando a que los borrachos griten nuestra pena para ladrar:
-¡Me cago en vuestros muertos, hijos de puta!
Y apuntaremos sus nombres en una lista de cabrones para que ellos olviden el nuestro.
Reinaremos del Recinto a la Guita y ya viejos, dormiremos en un cortijo para escapar en la alborada y dejar sobre la cama un corazón de madera. Con el pecho vacío, comeremos cebolletas y sangre frita hasta reventar y los chiquillos jugarán con nuestras tripas de piedra en las faldas del castillo y vestirán monigotes de paja con nuestras ropas para quemarlos sobre el ramón de enero y el humo nos devolverá a los Lirios.
Y seremos eternos y no seremos nadie, como el hornero, el lagarto y la madre que me parió, césares cartoneros, cepillo de San Antonio, rosca de cinco duros, peces del Arrabalejo.
¡Ea!